Los poemas de Martín Gubbins o la atención en el lenguaje
Según algunos mínimos mandarines del campo literario mexicano contemporáneo, el “problema” de cierta poesía reciente es que se decanta por los significantes por encima del significado, como si ambos no fueran lados indivisibles de lo mismo, como si no toda palabra, o fonema incluso, tuviera un sentido potencial. Para este tipo de lectores, la poesía sólo debería hablar de lo conocido, no de lo posible; debería no descubrir el mundo sino apenas representarlo. Si existiera una poesía que fuera pura forma, cuando un lector la percibiera, ¿sería capaz de producir sentido a partir de ella?, ¿hasta qué punto la forma es significante?, ¿hasta dónde la superficie de lo literario es capaz de producir sentido? En este hipotético caso, la superficie dejaría de ser superficial, sería raíz.
Bajo estas consideraciones, podemos leer [E][S][C][A][L][A][S] (Mangos de Hacha, 2011) de Martín Gubbins como un libro que hurga en la superficie de las palabras para descubrir un sentido oculto; más que experimental, su poesía es radical en el sentido que le da Perloff al término: la vuelta a un origen, no adánico, sino semiótico del lenguaje. El libro está compuesto de tres series de poemas: “Abecedario”, “Eduardo Scala” y “Calendario”; cada uno de los poemas es una palabra dividida en casillas (una casilla, una letra) después de la cual se colocan otras palabras desprendidas de la primera
Si bien todo los poema tienen la misma forma, no todos siguen el mismo procedimiento. Lo interesante de ello es que procesos de pensamiento distintos pueden converger en formas comunes; la forma comunica tanto como el modo en el que se construyen los poemas. La escritura se muestra como una productora de sentido además de ser un medio de comunicación o un lenguaje. En el ejemplo anterior, la escritura es un método de descubrimiento; así como las etimologías populares muestran los cabos sueltos de la realidad que el usuario de la lengua conecta, los poemas de Gubbins sacan a flote la filiación secreta de las palabras:
No se trata de una taumaturgia verbal, sino de una filigrana hechizante; el milagro no está en el origen sino en su potencia; más que vate, Gubbins es un artesano de la escritura. Felipe Cussen relata en el epílogo del libro que la idea de los poemas surgió al escribir en una tabla de Excel y notar las posibilidades lúdicas de la combinatoria. El libro de Gubbins es lúdico sin ser carnavalesco (no tendría por qué serlo), es subversivo sin ser estridente; su libertad es la de un azar que se descubre sobre la página como si de un improvisador de hallazgos se tratara.
Acaso el mejor momento del libro es la serie dedicada a Eduardo Scala, en ella el procedimiento que encontráramos en la primera parte del libro, la filiación secreta, es una de las estrategias textuales y no todo el mecanismo. La fragmentación de la palabra y su recomposición es, en esta parte, una herramienta de la poesía en un sentido amplio. Imagino el procedimiento como si se arrojara una malla de sentido sobre las palabras; como sucede con los palíndromos y otros, así llamados, juegos del lenguaje, los textos de Gubbins son más que obras acabadas, surtidores de imágenes y relaciones entre las palabras y las cosas.
Los textos de Gubbins se mueven con soltura en los límites del lenguaje y evidencian el sustrato material de la escritura, no es posible concebirlos sin antes haber cuestionado los procesos hegemónicos de la poesía tradicional: el libro, la página, el sentido, la palabra; sin embargo, la libertad de la obra es semejante a las posibilidades de las formas cerradas, su marco de construcción es limitado pero no por ello reducido. Al mostrar la superficie del lenguaje (la visibilidad de la escritura, la espacialidad de la semántica), los artefactos de Gubbins reproducen la totalidad del signo escrito, de lo léxico a lo visual, del material a la imagen.
Originalmente publicado en Telecápita, mayo 2012
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