Gaceta Frontal entrevista a _lleom_
El editor de Frontal. Gaceta digital de crítica literaria, Roberto Bolaños Godoy entrevistó a los integrantes de lleom para su serie «Criticar la crítica». Agradecemos a los colegas de Frontal por su interés en el trabajo de lleom; reproducimos a continuación la entrevista publicada el 19 de agosto.
¿En qué consisten concretamente las inquietudes críticas del lleom, desde qué postura crítica operan y cómo buscan abordar la literatura?
Nos interesan las reflexiones sobre aquellos quiebres o puntos de encuentro en donde la literatura puede ampliar sus alcances y sus preguntas, ya en sus realizaciones interdisciplinarias o ya en donde sus márgenes se confunden y resulta necesario abordarla desde un ángulo más abierto. Trabajamos desde poéticas experimentales hasta asuntos de materialidades de la literatura y nuevos medios. El rango es muy amplio y los agentes que intervienen son numerosos, por ello formamos un equipo cuyos integrantes presentan perfiles distintos, con intereses académicos y no académicos de muy diversos campos de acción. Sin abandonar la mirada crítica, buscamos trabajar con temas y agentes a partir no sólo de la lectura y escritura de textos, sino también desde la difusión y la creación de encuentros entre ellos. Nos gusta la idea de llevar el azar controlado a nuestras propias prácticas. Intentar derivas del papel a la pantalla, y de vuelta. Lo que ocurre en esos tránsitos requiere ensayar nuevos métodos de aproximación.
Dado que sus intereses no se inscriben dentro de la noción tradicional de lo que se entiende por «literatura» para de los estudios literarios, ¿de qué manera plantean que se debe ampliar la noción convencional sobre lo «literario»?
Las nociones y conceptos de lo literario y la literatura nunca han sido estables. Siempre se han visto modificados y ampliados tanto por los mismos creadores como por su público. Su redefinición responde a un proceso natural que se gesta desde la misma práctica, como un acto de constante negociación, tanto de sus formas de creación como en sus maneras de intercambio y de consumo. Los estudios académicos no han podido mantenerse ajenos a estos cambios y se encuentran siempre con el reto de encontrar herramientas de análisis ad hoc a los discursos emergentes. Es difícil estar al día, dada la proliferación de prácticas.
La literatura se concibe siempre –implícita o explícitamente– a partir de un corpus determinado, con base en ciertos valores o tradiciones que se buscan re-conocer e iluminar. En ese sentido es un ejercicio cognitivo de categorización que está permanentemente sujeto a cambios.
Hablar de una identidad literaria es ejercitar la mirada retrospectiva y selectiva que justifica una «tradición»; por momentos eso lleva a la tentación de volverse prescriptivos, pues reconocer y definir rasgos exige establecer normas o reglas del juego. Pero en el fondo toda prescripción caduca al momento mismo de enunciarse, pues la creación no se rige por imperativos sino se atreve a exploraciones de fisuras, a quiebres y movimientos inesperados, y ello exige además una mirada prospectiva.
Los estudios literarios no se limitan a una fórmula ni a un territorio, es por ello que en décadas recientes se han abierto a las más diversas prácticas discursivas que asumen una calidad/cualidad literaria.
La noción convencional de lo literario puede extenderse a partir de su relación con fenómenos y prácticas culturales en un sentido amplio, lo que requiere pensar desde una red de conceptos y perspectivas diversas antes que desde definiciones cerradas y ahistóricas. Por ello nos interesa el movimiento desde los estudios literarios a otras disciplinas o desde obras «no literarias» a los estudios literarios. En ese contacto, nos situamos en lo que W. J. T. Mitchell llama la «indisciplina».
Su ámbito de influencia es esencialmente académico, pero dado que algunos de sus miembros colaboran para publicaciones periódicas, ¿cuál ha sido su alcance y su grado de interacción con otros públicos menos especializados?
lleom no busca apelar a un público exclusivamente académico. De la academia toma las bases, el criterio, la formación, las herramientas y el rigor reflexivo. Pero no para generar una crítica hermética, ensimismada o altamente especializada, sino para entrar en diálogo, generar intercambio y gestionar de la manera más creativa el discurso. Busca una mirada fresca que se aleje de una práctica relativamente común en nuestro medio, que es la de sentirnos víctimas de una irremediable marginalidad cultural en nuestras sociedades. Si se presta atención, se reconocerá que lo literario, entendido en su sentido más generoso, se ubica estratégicamente en el seno de muchas prácticas sociales y desde ahí opera sutilmente. Ello nos invita a un cambio de enfoque, de perspectiva, a abrir los ojos a lo que sí está sucediendo, que no es poca cosa. Desde esa óptica, el diálogo se abre a creadores y a un público muy diverso, no necesariamente especializado.
¿Qué opinan sobre las luchas simbólicas que suelen provocarse entre detractores y defensores de los estudios literarios académicos? ¿Los estudios literarios y la crítica periodística son ámbitos irreconciliables o únicamente frentes distintos?
Consideramos que ambos son necesarios y complementarios si se ejercen con el debido criterio. Los estudios académicos pueden nutrirse de la agilidad y actualidad de la crítica periodística bien llevada, para observar la literatura no sólo como hecho consumado, analizable sólo a posteriori. La crítica periodística, por su parte, puede alimentarse de los estudios literarios académicos para dar más profundidad a sus argumentos, sin quedarse sólo en la superficie de algo que se vuelve «noticia» o que atañe a un núcleo reducido y selecto de creadores.
Ambas son prácticas críticas importantes que coexisten entre sí y con otras varias formas, unas más institucionalizadas que otras. Esto significa que la mayor parte del tiempo mantienen un contacto continuo, aunque no siempre visible, en torno de fenómenos y espacios comunes. En este sentido, nos interesa establecernos como un puente entre estas y otras prácticas críticas y creativas. Hemos organizado encuentros entre especialistas y creadores en espacios considerados para la divulgación, y son precisamente estas formas variadas de crítica las que les han dado sentido y sostén, dando como resultado un diálogo muy estimulante.
¿Con qué autores se han propuesto dialogar? ¿Qué lecturas juzgarían como obligadas para abordar los temas que los han unido en este proyecto colectivo?
El diálogo no se limita a ciertos autores. ¿Lecturas obligadas?… No se trata de instruir ni de prescribir, sino de ensayar, probar, derivar… Hay que mantener la curiosidad abierta, viva y la sensibilidad aguda, pues en este terreno hasta lo más nimio puede resultar sorprendente.
Finalmente, ¿qué le falta a la crítica literaria mexicana y a los estudios literarios en nuestro país?
Un diagnóstico de las necesidades de la crítica o los estudios literarios, si se toma a la ligera, a menudo termina siendo una síntesis sujeta al sesgo, un recuento anecdótico de visiones personales, y lleom no pretende ofrecer ese tipo de respuestas. Sin embargo, se puede pensar que la consolidación de nuevas prácticas y la generación de otras novedosas serían de gran utilidad para diversificar ambos, y que vemos que están comenzando a surgir también en México.
Por ejemplo, existen varios grupos de trabajo que prestan atención a los problemas contemporáneos (en arte, en la academia, en la literatura, etcétera) desde una mirada interdisciplinaria y obligadamente compleja; la colaboración de estos grupos entre sí puede alimentar las perspectivas críticas de todos, ya sea para intervenir los espacios y las prácticas tradicionales, ya para proponer formas poco conocidas de ejercer la crítica.
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